Han pasado algunas semanas sin que pueda escribir mi blog, porque el pensamiento me lleva de un lado a otro, de una época a otra, de una escuela a otra, de una cultura a otra etc. etc. Y estoy hablando también, de mi oficio, después de ocho decadas y pico, es ahora cuando me pregunto ¿Qué es el ARTE? y como yo sola no llego a ninguna conclusión me acerco a los analistas actuales en la materia, a los expertos en el mercado(desde luego través de la lectura) , a los maestros, a amigos y parientes interesados en éllo, tratando de tamizar mis propios criterios (sí, tengo varios) que no se encuentran entre sí pues brinco mentalmente de la pintura como oficio que hasta ahora he ejercido con la convicción de que el artista debe ser honesto en todas las áreas, en el conocimiento de lo que quiere expresar, en la certeza de que sabe expresarlo y por lo tanto respaldarlo ante la crítica/rechazo/aceptación del espectador ,los galeristas, el mercado y todo el embrollado medio que circula alrededor del arte, que además sabe manejar su oficio con buena técnica, la certeza de que su obra no se va a craquelar, decolorar, o deformar por cualquiera que sean las razones y que al ponerla a circular quedará en su mente y archivos la seguridad de que si vuelve a saber de élla va a ser porque trascendió en el tiempo con buen bagaje y ha incrementado su valor ( cosa que parece ser uno de los atractivos de adquirir arte). A lo que ha hecho historia y a nuestra actualidad, que es la que no entiendo. En fin…
El arte fue en su inicio expresión de vida, muerte y sobrevivencia y con cuanto entusiasmo recorrí las cuevas de Altamira admirando las obras rupestres que ahora están tan bien protegidas para tratar de preservarlas, y otras más dentro de la misma región no tan documentadas y reconocidas pero igualmente sorprendentes por que tuvieron su mismo principio, imaginación, creatividad, monumentalidad realizadas por hombres que visto así puede clasificarse como primitivo ahora, pero en realidad fue genial.
Las épocas subsecuentes fueron documentadas por artistas locales en función de mística, temor, religiosidad, poderío, notabilidad y política, conformando actualmente el acervo cultural de cada país y sus museos, que a propósito, también se encuentran ante la disyuntiva de cambiar para adecuarse a la época o sufrir la ausencia de visitantes que tienen a un toque de dedo toda la cultura, diversidad, entretenimiento e información que deseen. Es decir TODO está evolucionando a tal velocidad que no alcanzamos a percibirlo. En esto me detengo, y humildemente me refugio en lo que sé, en lo que he vivido a través de todos estos años y siguiendo el atinado consejo de mi hijo Alejandro que es el que me ha colocado en el uso de estos medios ciberneticos retorno a momentos que han dejado en mi vida y mi oficio una buena lectura y aprendizaje pero además sus puntos de origen continúan enlazándose a otros que los actualizan y vuelven a adquirir importancia abriendo nuevos cauces de interés y descubrimiento.
En l988 después de dos eventos importantes en New York mi hijo menor Jorge que fue mi compañero, y entusiasta ayudante en las tres últimas participaciones en la Art Expo N.Y. anual que se celebra con gran publicidad y éxito en esa urbe, decidimos volar a Paris para viajar por Francia en tren, parando en algunos lugares y con destino final a la ciudad de Toulón para un evento que lamentablemente resultó fallido para nosotros pues la fecha fue cambiada y el traslado de la obra muy complicado, quedando en la memoria y el expediente curricular la frustración consecuente, los gastos erogados y la pena de no haber cumplido con un compromiso contraído con colegas e incondicionales amigas de todo el tiempo . Sin embargo es en ese viaje que cruzamos Francia de Paris a la Seinne Surmer que divisé en su momento a través de la ventana del tren la única montaña en el paisaje, se veía con cierta frecuencia y recordé el cuadro de Cezanne (Paul Cezanne, frances, impresionista) que desde mis años juveniles me había llamado la atención, tanto, que fue el primer libro que compré en la librería Misraki en el edificio Nieto en la avenida Juárez de la ciudad de México, y como no lo voy a recordar si a los l5 años trabajaba como secretaria, laboraba 7 días de la semana, pagaba mi boleto de camión Roma-Mérida y entregaba a casa la mitad de mi sueldo, por lo que una compra de libro de $ 50.00 pesos significaba la tercera parte de mi sueldo mensual. Con esto quiero decir que fue mi descubrimiento de la pintura impresionista y sigue siendo a la fecha mi pintor preferido. Han pasado los años pero en aquel viaje insté a Jorge a bajarnos en Aix en Provance pues ahí nació y murió Cezanne y lo que estabámos viendo era el Monte Santa Victoria que fue uno de sus temas más explorados Ya en la ciudad y después de instalarnos en un bello hotelito recomendado en la lista turística del servicio de Trenes y acorde a nuestro presupuesto tuvimos nuestro primer encuentro con el arte local en un pequeño espacio cultural donde exhibían jóvenes artistas de la región, no me encanta decirlo, pero todos eran pequeños émulos de Cezanne, la influencia de artistas creadores de escuela, son, lamentablemente, irreductible influencia en su región de origen, no digamos entonces de un maestro creador tan reconocido en el mundo del arte y rector intelectual y efectivo del movimiento impresionista y aún más….
Paseamos un poco la ciudad y encontramos dos letreros “al estudio de Cezanne” y “a todas partes” este último después lo vimos en otras calles lo que me hace suponer que en l988 la ciudad no era muy grande lo cual no puedo constatar porque no he vuelto a visitarla, pero de inmediato nos dirigimos al taller de Cezanne.en la parte alta recorriendo callecitas empedradas con pequeñas casas que contrastaban repentinamente con grandes mansiones jardines y terrazas, enredaderas floridas y ventanas llenas de geranios, en algunos espacios abiertos pequeñas construcciones aparentemente dañadas en la última guerra habiendo quedado abandonadas. Finalmente la puerta de entrada con un pequeño letrero anunciando el estudio de Cezanne, el paso a un jardín natural, unos árboles añosos y una pequeña construcción con puerta de madera enrejado con vidrio revelando los años transcurridos, al entrar, una escalera al lado derecho en un espacio estrecho, común en varias regiones de Europa, y en la parte baja una pequeña cocineta modesta, en la que quedaron colgados los racimos de flores silvestres que el artista recolectaba en sus diarias sesiones de pintura al aire libre o paseos cotidianos para observar el paisaje que le obsesionaba y que según sus biógrafos y seguidores insistía que el arte nacía de observar la naturaleza con los “dos ojos” para obtener una visión diferente y el pintor debería captar esa “visión” para poder plasmarla en su obra..
Vuelvo a su estudio, subiendo las escaleras un gran espacio abierto, detrás de una cortina de tela, divisoria, un sofá, el caballete y todos sus “trebejos” en buen plan, de trabajo, no recuerdo si había silla o banco, quizá no me importó, porque lo que me atrajo fue el gran ventanal abierto a un paisaje cerrado un paisaje natural de montaña, que no se prolongaba más de 4 metros de horizonte.. quizá pienso ahora, era una representación visual, de la manera obsecada de Cezanne de pensar no en los grandes y profundos paisajes o temas, sino en la naturaleza detallada que a él le hablaba de otra manera…. Si el estudio sigue igual no lo sé, no tuve nunca la fortuna de volver pero ya en mi taller hice una obra en su homenaje en la que la puerta de su estudio reflejaban los pequeños cristales las flores de afuera y donde lo permitían las sombras las flores secas de esos racimos que él juntó y que quedaron ahí como un testimonio encantador
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En años anteriores y con motivo de los 25 años de reinado de Isabel IIde Inglaterra tuve oportunidad de viajar con mi hijo Alejandro que terminaba la preparatoria e iniciaría su carrera profesional, en un viaje que incluía interesantes eventos programados para festejo tan especial y para mi un curso de artes gráficas en la Heatherly School of Fine Arts . en Londres.
Nos hospedamos en la Queen Mary University en Southwoodford y con pases semanarios de Ferrocarril hicimos ida y regreso cada día por dos semanas..Vivencias interesantes en Universidad de primer mundo,enorme comedor con tres Cheffs para atender grupos de escuelas y visitantes de diversas partes del planeta, una estancia con su espacio de descanso, estudio,y si no se había llegado a tiempo al comedor (horario puntual y cumplido) un pequeño horno y cafetera eléctrica para aguantar el hambre hasta la comida siguiente . Concierto en el Concert Music Hall de Londres atravesando el puente peatonal de rio Tamesis a la carrera porque el tren llegaba a la Estación Victoria solo 7 minutos antes, el Museo de Cera,en los suburbios más tenebrosos de Londres aún en pleno día, el metro saturado de anuncios ya entonces, el Parque San James con sus visitantes ocasionales aprovechadores del mínimo rayo de sol sobre cuerpo semi desnudo momentáneamente, y tantas otras vivencias muy inglesas
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Aquí entra la relación de esos momentos que vuelven a surgir en motivo, la escuela en un edificio antiguo, amplio, con varios salones para las diferentes técnicas y estudio del arte, pero lo que me lleva a este recuerdo es la galería exhibiendo obra de los artistas emergentes y ahí estaba un gran cuadro entre otros de David Hokney : una alberca con coloridos reflejos de agua y en su parte superior un trampolín rompiendo el espacio superior. colores primarios, pinceladas amplias, época de la pintura pop, debo reconocer mi falta de comprensión para esa tendencia en aquel año, anteriormente había visto en el Museo de Arte Moderno de N.Y. la exposición de Andy Warhol
con sus latas de sopas Campbell y el retrato de Maryleen Monroe que me habían dejado igualmente desconcertada..sin embargo ahora leyendo el libro “Donde estás” 150 años de