Nuevos o viejos caminos
Recorremos siempre, en la mente acumulamos un sinnúmero de ideas, conceptos, estilos, y pensamos que por esta vez haremos algo nuevo, sin embargo, después de varios intentos nos damos cuenta que predominó lo que a través de los años nos ha identificado, lo que se ha acomodado en nuestro espacio y funciones, lo que ya sabemos, lo que se ha hecho parte de nuestros hábitos y costumbre…… por qué esta disquisición? Porque una vez más estoy abriendo un taller, y eso me llevó como en una película a las veces que he buscado el espacio justo para trabajar en él y retrocedí a aquella privada que el Club España tuvo en Av. Insurgentes en la Cd. de México, eramos cuatro de familia, padre, madre y dos hijos pequeños- en una de sus casitas alquilada yo planeaba no solo el espacio de hogar, también uno en el que pudiese pintar, recién ingresada al Estudio del maestro Carlos Orozco Romero parecíame que al fín iniciaba una etapa largamente deseada, estudiar pintura en serio, y para ello me hacía falta un espacio propio que fue abriéndose paso entre recámara de bebes, ropa, juguetes y biberones y una caja de oleos, pinceles y demás materiales de arte que viajaba de un mueble a otro, como visitante intruso que trata de encontrar acomodo un poco avergonzado por no encontrar.su sitio. Sin embargo, lo encontró mas que en el entorno de casa, dentro de mi misma y a partir de ese momento fue parte de mí, de mi familia y de mi tiempo
Otros espacios le fueron dedicados a mi oficio al correr de los años y siempre bajo la misma perspectiva, respeto, comodidad, sencillez, luz, libertad, mis hijos aprendieron a compartirlo y solían unirse para hacer sus tareas, y sentir la importancia de “trabajar” ahí un rato, tal vez leer y platicar un poco.
Por algunos años la entrada a mi taller, tuvo una armella bien segura en el marco de la puerta en que el bebé en turno se mecía en una cuna-columpio y mi esposo rezongaba porque la comida se preparaba al mismo tiempo que el desayuno, y los horarios se adaptaban para que las funciones de la casa y las del estudio combinaran.
Más tarde, el estudio ya fue parte del hogar, tuvo siempre su espacio propio y al recordarlo encuentro que no es raro que así fuera, mi padre que fue un ebanista enamorado de su trabajo y tuvo espaciosos talleres los ubicó siempre en el hogar mismo, once hijos crecimos viendo siempre el trabajo que hacía nos sentimos orgullosos de él y lo disfrutamos.
El taller que estoy preparando ahora forma parte de un espacio destinado al diseño y la creatividad, en un inmueble que restaurado guarda su calidad de antigüedad, de historia de años, ubicado en lo que se llamó la otra banda del río, destinado a ser compartido con el buen fin de aprender a hacer arte y como todos los anteriores reúne los atributos para su total función y disfrute.
Recorremos siempre, en la mente acumulamos un sinnúmero de ideas, conceptos, estilos, y pensamos que por esta vez haremos algo nuevo, sin embargo, después de varios intentos nos damos cuenta que predominó lo que a través de los años nos ha identificado, lo que se ha acomodado en nuestro espacio y funciones, lo que ya sabemos, lo que se ha hecho parte de nuestros hábitos y costumbre…… por qué esta disquisición? Porque una vez más estoy abriendo un taller, y eso me llevó como en una película a las veces que he buscado el espacio justo para trabajar en él y retrocedí a aquella privada que el Club España tuvo en Av. Insurgentes en la Cd. de México, eramos cuatro de familia, padre, madre y dos hijos pequeños- en una de sus casitas alquilada yo planeaba no solo el espacio de hogar, también uno en el que pudiese pintar, recién ingresada al Estudio del maestro Carlos Orozco Romero parecíame que al fín iniciaba una etapa largamente deseada, estudiar pintura en serio, y para ello me hacía falta un espacio propio que fue abriéndose paso entre recámara de bebes, ropa, juguetes y biberones y una caja de oleos, pinceles y demás materiales de arte que viajaba de un mueble a otro, como visitante intruso que trata de encontrar acomodo un poco avergonzado por no encontrar.su sitio. Sin embargo, lo encontró mas que en el entorno de casa, dentro de mi misma y a partir de ese momento fue parte de mí, de mi familia y de mi tiempo
Otros espacios le fueron dedicados a mi oficio al correr de los años y siempre bajo la misma perspectiva, respeto, comodidad, sencillez, luz, libertad, mis hijos aprendieron a compartirlo y solían unirse para hacer sus tareas, y sentir la importancia de “trabajar” ahí un rato, tal vez leer y platicar un poco.
Por algunos años la entrada a mi taller, tuvo una armella bien segura en el marco de la puerta en que el bebé en turno se mecía en una cuna-columpio y mi esposo rezongaba porque la comida se preparaba al mismo tiempo que el desayuno, y los horarios se adaptaban para que las funciones de la casa y las del estudio combinaran.
Más tarde, el estudio ya fue parte del hogar, tuvo siempre su espacio propio y al recordarlo encuentro que no es raro que así fuera, mi padre que fue un ebanista enamorado de su trabajo y tuvo espaciosos talleres los ubicó siempre en el hogar mismo, once hijos crecimos viendo siempre el trabajo que hacía nos sentimos orgullosos de él y lo disfrutamos.
El taller que estoy preparando ahora forma parte de un espacio destinado al diseño y la creatividad, en un inmueble que restaurado guarda su calidad de antigüedad, de historia de años, ubicado en lo que se llamó la otra banda del río, destinado a ser compartido con el buen fin de aprender a hacer arte y como todos los anteriores reúne los atributos para su total función y disfrute.