LO GLARANDIOSO DE LO PEQUEÑO
Recorrer las calles de Querétaro (ciudad) en día domingo, es entrar en un espacio cinematográfico realista.
Mi itinerario empezaba en el cajero automatico del banco, y de ahí seguiría disfrutando de una mañana fresca pero limpia, con tiempo suficiente para gozar mis encuentros que no obstante llevar viviendo en esta ciudad casi ocho años (que se cumplirán el marzo más próximo) sigue brindándome las sorpresas de su entorno.
Enfilé a los caminadores, espacios de recorrido privilegiados para el peatón y mientras me entretejía con la gente mis ojos de artista trataban de retener todo el color, la alegría y el bullicio que una mañana de descanso y familia pueden generar pensé, tantos años han pasado y tantas cosas no han cambiado, los juguetes ingeniosos sujetos a una vara larga para que los niños los rueden ( no dejan de sorprenderme por su ingenio) los globos multicolores ahora cada vez más grandes y no menos volátiles, los tenderetes en la banqueta con artesanías y pedrería que se antoja tocar y ver contra la luz.
En fín todas esas cosas que nos identifican y que encuentro en casi cada una de nuestras ciudades con claro acento colonial como Puebla, Tlaxcala, Querétaro, Zacatecas, que siguen guardando ese casi íntimo influjo mexicano en su ambiente, en la cordialidad de su gente, en el olor de su comida y en la sorprendente variedad de sus flores y espacios abiertos.
Dato curioso: hace tres años estuve en Madrid, España, en la Feria de Artes Plásticas en el Centro de Convenciones de La Pipa, con Fain, Foro de Artistas Internacional, en un evento dedicado a México, y por la radio, en entrevista al Presidente el locutor le preguntó que ceremonia se realizaría el 20 de noviembre, y el contestó, aún no lo sé, en un país donde algunos quieren ser españoles y otros nó, es problemático llegar a un acuerdo sobre como nombrar el festejo.Finalmente se llama “El Día de la Hispanidad”
Esto me vino a la memoria, porque en México se siguen celebrando las fiestas patrias con el asentimiento y disfrute de los mexicanos, si fue por conquista, guerra o revolución dá igual los “cuetes” truenan, los danzantes desfilan con sus atuendos folklóricos y tradicionales, los niños los siguen imitando las danzas, los antojitos invaden las calles y todo el mundo grita “Viva México” y yo pienso, este mi hermoso País, no ha cambiado nada en su esencia. Yo lo amo.
Recorrer las calles de Querétaro (ciudad) en día domingo, es entrar en un espacio cinematográfico realista.
Mi itinerario empezaba en el cajero automatico del banco, y de ahí seguiría disfrutando de una mañana fresca pero limpia, con tiempo suficiente para gozar mis encuentros que no obstante llevar viviendo en esta ciudad casi ocho años (que se cumplirán el marzo más próximo) sigue brindándome las sorpresas de su entorno.
Enfilé a los caminadores, espacios de recorrido privilegiados para el peatón y mientras me entretejía con la gente mis ojos de artista trataban de retener todo el color, la alegría y el bullicio que una mañana de descanso y familia pueden generar pensé, tantos años han pasado y tantas cosas no han cambiado, los juguetes ingeniosos sujetos a una vara larga para que los niños los rueden ( no dejan de sorprenderme por su ingenio) los globos multicolores ahora cada vez más grandes y no menos volátiles, los tenderetes en la banqueta con artesanías y pedrería que se antoja tocar y ver contra la luz.
En fín todas esas cosas que nos identifican y que encuentro en casi cada una de nuestras ciudades con claro acento colonial como Puebla, Tlaxcala, Querétaro, Zacatecas, que siguen guardando ese casi íntimo influjo mexicano en su ambiente, en la cordialidad de su gente, en el olor de su comida y en la sorprendente variedad de sus flores y espacios abiertos.
Dato curioso: hace tres años estuve en Madrid, España, en la Feria de Artes Plásticas en el Centro de Convenciones de La Pipa, con Fain, Foro de Artistas Internacional, en un evento dedicado a México, y por la radio, en entrevista al Presidente el locutor le preguntó que ceremonia se realizaría el 20 de noviembre, y el contestó, aún no lo sé, en un país donde algunos quieren ser españoles y otros nó, es problemático llegar a un acuerdo sobre como nombrar el festejo.Finalmente se llama “El Día de la Hispanidad”
Esto me vino a la memoria, porque en México se siguen celebrando las fiestas patrias con el asentimiento y disfrute de los mexicanos, si fue por conquista, guerra o revolución dá igual los “cuetes” truenan, los danzantes desfilan con sus atuendos folklóricos y tradicionales, los niños los siguen imitando las danzas, los antojitos invaden las calles y todo el mundo grita “Viva México” y yo pienso, este mi hermoso País, no ha cambiado nada en su esencia. Yo lo amo.