Buenos resultados¡ he recibido valiosa información amplia en detalles, que permite adentrarme con certeza en la existencia del graffiti no solo como expresión (en cualquier área cultural que se pretenda ubicarla) sino de las raíces y trascendencia que la formaron.Gracias Mara por el enlace que me enviaste.
El organigrama que iré explorando poco a poco abarca las tendencias desarrolladas desde los años 40 y enlazan con las recientes aplicaciones del grafitti de una forma clara y sorpresiva para mí, pero coherente.
He incursionado por 50 años por los caminos del arte, su historia, evolución, tendencias, búsquedas, materiales, etc. y de un modo u otro, éstos estaban trazados según la cultura del país de origen y aunque temas y colorido marcaban las diferencias existía un lenguaje ¨visual” entendible para el observador. Exceptuando el cubismo de Picasso, el expresionismo de Miró, o el maquinismo de Legger, y quizá muchos otros que no fueron tan sobresalientes como éllos,el común denominador era el paisaje, los personajes, los animales, es decir lo sabido, lo comprensible, lo que vemos día a día y que de alguna manera permitía que el espectador pudiese hablar de éllo, de lo que veía sin sentirse comprometido y evaluar sin demérito de su criterio si le gustaba o nó.
De este modo hay obras que recorren el mundo sin problemas, ya sean de pintores europeos o de nuestros renombrados maestros mexicanos, unos y otros llevados a la cúspide de las subastas y de la fama por un sistema muy bien organizado con gran respaldo de catálogos, publicidad e inversiones.
Sin embargo, digamos que lo anterior ya forma punto y aparte dentro del siglo que vivimos. El arte actual es incomprensible porque ya no está sujeto a reglas de construcción, se ha vuelto único e individual, involucrando no solo a su creador sino a todo su entorno, al espacio, al espectador a la materia en sí misma, es envolvente y distante al mismo tiempo, es impreciso e indescriptible y el “observador¨ viéndose involucrado involuntariamente puede tener reacciones internas de enojo (graffiteado de paredes) de incredulidad (graffiti organizado en muros largos y públicos) de pintas y ayrones entrecruzados a manera de anuncios, o en la pantalla del televisor, pero cuando se pregunta ¿es arte? ¿es reclamo social? ¿es el resultado de la desorganización social que vivimos y tampoco la entendemos? ¿es libertad de acción y expresionismo puro para poderlo insertar de alguna manera dentro del arte en sí? O es acaso que nuestra época no es definible y sufre una transición tal que solo puede expresarse gráficamente a base de líneas inconexas y símbolos ilegibles?
No hay respuestas. Sí existe un organigrama que conecta las ya antiguas escuelas, tendencias y expresiones diversas con grafittis ¨mas o menos clasificados” en donde surgieron y porqué, pero su secuencia social y consecuencia como arte actual es indefinible, por lo menos para mí. Me hago responsable de lo dicho.
El organigrama que iré explorando poco a poco abarca las tendencias desarrolladas desde los años 40 y enlazan con las recientes aplicaciones del grafitti de una forma clara y sorpresiva para mí, pero coherente.
He incursionado por 50 años por los caminos del arte, su historia, evolución, tendencias, búsquedas, materiales, etc. y de un modo u otro, éstos estaban trazados según la cultura del país de origen y aunque temas y colorido marcaban las diferencias existía un lenguaje ¨visual” entendible para el observador. Exceptuando el cubismo de Picasso, el expresionismo de Miró, o el maquinismo de Legger, y quizá muchos otros que no fueron tan sobresalientes como éllos,el común denominador era el paisaje, los personajes, los animales, es decir lo sabido, lo comprensible, lo que vemos día a día y que de alguna manera permitía que el espectador pudiese hablar de éllo, de lo que veía sin sentirse comprometido y evaluar sin demérito de su criterio si le gustaba o nó.
De este modo hay obras que recorren el mundo sin problemas, ya sean de pintores europeos o de nuestros renombrados maestros mexicanos, unos y otros llevados a la cúspide de las subastas y de la fama por un sistema muy bien organizado con gran respaldo de catálogos, publicidad e inversiones.
Sin embargo, digamos que lo anterior ya forma punto y aparte dentro del siglo que vivimos. El arte actual es incomprensible porque ya no está sujeto a reglas de construcción, se ha vuelto único e individual, involucrando no solo a su creador sino a todo su entorno, al espacio, al espectador a la materia en sí misma, es envolvente y distante al mismo tiempo, es impreciso e indescriptible y el “observador¨ viéndose involucrado involuntariamente puede tener reacciones internas de enojo (graffiteado de paredes) de incredulidad (graffiti organizado en muros largos y públicos) de pintas y ayrones entrecruzados a manera de anuncios, o en la pantalla del televisor, pero cuando se pregunta ¿es arte? ¿es reclamo social? ¿es el resultado de la desorganización social que vivimos y tampoco la entendemos? ¿es libertad de acción y expresionismo puro para poderlo insertar de alguna manera dentro del arte en sí? O es acaso que nuestra época no es definible y sufre una transición tal que solo puede expresarse gráficamente a base de líneas inconexas y símbolos ilegibles?
No hay respuestas. Sí existe un organigrama que conecta las ya antiguas escuelas, tendencias y expresiones diversas con grafittis ¨mas o menos clasificados” en donde surgieron y porqué, pero su secuencia social y consecuencia como arte actual es indefinible, por lo menos para mí. Me hago responsable de lo dicho.